Gestión de conflictos


¿Tienes miedo al conflicto o no sabes gestionarlo?



Si la respuesta es sí, te invito a leer las próximas líneas…
¿Qué significa para ti, un conflicto?
¿Pleitos? ¿Violencia? ¿Problemas? ¿Sufrimiento? ¿Ganadores y perdedores?
¿Cómo afrontas los conflictos?
¿De qué tienes miedo, cuando piensas en un conflicto?
¿Si supieras que vas a salir airoso, te atreverías a enfrentarte?
¿Qué oportunidades pueden existir en los conflictos?

Casi siempre consideramos al conflicto como algo negativo, porque provoca preocupación, enojo, angustia y debilita o destruye las relaciones, cuando en realidad se abren también oportunidades y puede ser bueno para ambas partes. Todo depende de si lo miras desde una perspectiva de colaboración o de competición. Muchos conflictos, nacen simplemente por una confrontación de egos, así que es importante ser consciente de ello y pensar qué beneficios te aportaría dejar de lado tu ego y solucionar el problema.
Cada persona es diferente. Todos tenemos creencias, motivaciones, valores, expectativas, formas de ver el mundo y respuestas emocionales distintas. Estas diferencias chocan con las de otras personas,  familiares,  amigos, en el trabajo... Mientras mayores sean las diferencias, mayor la probabilidad del choque o conflicto.  Sin embargo, las diferencias no son malas. Nos enseñan nuevos aspectos que nos enriquecen y ayudan a crecer y a desarrollarnos. Lo malo está en el manejo inadecuado de dichas diferencias.

El principal obstáculo para solucionar un conflicto, es que nosotros siempre pensamos que tenemos la razón y que el otro es el que tiene que "entender" que está equivocado y que debe cambiar.

"Si has aprendido como estar en desacuerdo sin ser desagradable, entonces has encontrado el secreto para salir adelante—ya sea en los negocios, relaciones familiares o la vida en sí misma". Bernard Meltzer

Algunas propuestas de como manejar el conflicto de forma sana y consiliadora:

·         Gestionarlo a tiempo: No lo retrases. Intenta solucionarlo lo antes posible. No uses intermediarios. Aclara cualquier duda o mal entendido, pero sin atacar a la persona. Pregúntale, no trates de adivinar lo que pasó o lo que pensó.
·        Saber comunicarte: Sé asertivo. Expón tus opiniones y respeta las ajenas. Habla del hecho y no de la persona. Empatiza, reconoce tus errores, pide perdón y perdona.
·        Saber escuchar: Escucha a la otra persona y entiende su punto de vista y necesidades (sin juzgarlo). No hagas personal todas las situaciones, cada uno tiene derecho a mirar con un cristal diferente un mismo paisaje.
·        Reconocer las emociones: Entiende cuál es tu reacción ante los conflictos, cual es el verdadero disparador del conflicto, que parte de ti está reflejando y empatiza también con las emociones de la otra parte, pregúntale de forma honesta como se siente ante la situación en concreto.
·         Autocontrol: Abórdalo con calma y respeto. Respira, respira y vuelve a respirar…
·       Habilidades de negociación: Busca una solución en la que todos salgan ganando y no una en donde tú ganes, pero los demás pierdan (colaborativo y no competitivo). Si tratas de ganar a toda costa y el otro se queda resentido, a la larga va a buscar la forma de desquitarse y ambos acaban perdiendo. Enfócate en soluciones del presente, sin estar recordando situaciones del pasado para presionar o manipular emocionalmente.
·         Recuerda que de las diferencias se crece.


“Lo importante no es saber cómo evitar o suprimir el conflicto, porque esto suele tener consecuencias dañinas y paralizadoras. Más bien, el propósito debe ser encontrar la forma de crear las condiciones que alienten una confrontación constructiva y vivificante del conflicto” Jay Folberg.


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